lunes, 14 de marzo de 2011

Princesas de barrio: Anita Delgado, maharaní de Kapurthala

No solo las periodistas acaban siendo princesas, y ahora hablaré de uno de los casos más sonados, pero hay muchos más. La historia de Anita Delgado fue unos de los mayores cotilleos de la España de Alfonso XIII (¡le salían coplillas a la moza!). La historia, desarrollada en todo su esplendor en libros, webs, y próximamente, en películas, se resume más o menos así.



Las hermanas Victoria y Anita Delgado eran unas niñas muy muy pobres, y muy pequeñitas pero muy monas, que empiezan a sacar a la familia adelante bailando y cantando como teloneras (y bastante mal, por lo que se lee) en el Gran Kursaal de Madrid, que tuvo a grandes estrellas. Un día, ven por la calle a ¡un hombre en elefante cargado de joyas (muestra de lo que llevaba en el turbante ese día, con 1742 diamantes nada más)! Este no era ni más ni menos que el maharajá de Kapurthala (región del Punjab, en la India), unos de los más de 600 riquísimos monarcas de la India Británica, que estaba invitado a la boda de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg.



Y como buen guiri (recordemos que viene de parte del Imperio Británico), el maharajá se va a hacer turismo y a ver tablaos flamencos. Con un poco más de clase, encuentra el Gran Kursaal de Madrid, especie de local de variedades a la francesa, de esos poblados por pintores (Romero de Torres) y escritores (Valle-Inclán, Ricardo Baroja) trasnochados, en el que cantaban cuplés las hermanas Delgado. Y allí, como pasa siempre, hombre rico conoce a adolescente pobre. Y de lo que sucedió ahí solo podemos especular. Eso sí, todos los intelectuales del Café de Levante metieron bastante mano en el asunto.

Tiene fotos estupendas como esta, pero hay otras que...

Poco después, el maharajá vuelve a la India, y a Anita le llega un emisario con una proposición de matrimonio. Si Anita la acepta, volverá a ver a su prometido en París, y él le proporcionará educación de todo tipo, además de una vida de ensueño. Obviamente, acepta, cómo no, y se va a su maravillosa vida de ensueño en la India. Anita tenía 17 años cuando se casan por los civil en París, y el año siguiente lo pasan en Inglaterra. En cuanto llegan a la India, el monarca le hace construir ni más ni menos que una copia de Versalles como regalo de bodas. Lo que no sabía la joven y embarazada Anita, es que su marido ya tenía un harén en la India, o que tendrá que llegar hasta el palacio de tapadillo porque las autoridades inglesas no veían con buenos ojos su ocupación. ¿O quizás el monarca se avergonzaba de casarse con una cupletista?
El palacio

Anita Delgado, pintada por Beltrán Massés en 1919
Tienen un hijo, un aborto, y bastantes infidelidades y, lógicamente, el matrimonio no acaba bien. Pero bueno, para eso está el divorcio (tabú en Inglaterra, pero no en Francia). Y ser divorciada no le impidió pegarse la gran vida por toda Europa.

Aquí teneis un maravilloso programa de RNE, con música, testimonios e incluso voces de archivo. También viene muy bien para meterse un poco mejor en el mundo de la Generación del 98, y para la Historia de las Variedades. MARAVILLOSO, repito. Ojalá me hagais caso y hagais click

lunes, 7 de marzo de 2011

De pescados con pelo y la Iglesia Católica

Hace muchos años, los bolivianos tenían mucha hambre. Allí tenían ratas tan grandes como ponies. Le pidieron al Papa que las declarase pescado. Agradecemos al Papa por cumplir este deseo. Cuando llegue el viernes, llamaremos a todas las ratas pescado.


Así dice la canción Rats, de Rasputina (creo que mi grupo favorito, aunque esto va a temporadas). Efecticamente, el Papa declaró a las capibaras (roedor acuático que puede pesar hasta ¡80! kilos) pescado, para que los entonces bolivianos no se muriesen de hambre durante la Cuaresma (sabrán todos ustedes que no se puede comer carne en Cuaresma). Y me pregunto yo: ¿no tenían suficiente pescado real por ahí?). No he conseguido encontrar de qué Papa es la bula, pero tienen que ser necesariamente Clemente XIII, Clemente XIV o Pio VI.

Capibaras, evidentes pescados
Muchos otros animales fueron declarados pescado por la Iglesia Católica: los castores, las ballenas y focas (bueno, vale, viven en el mar, se "pescan"), los frailecillos, las gaviotas, las barnaclas, las tortugas (ese extraño pez medieval), las ranas e incluso los fetos de conejo (porque aún eran "huevos"). Aquí tienen ustedes un artículo bastante decente del tema.

Castor medieval, muy pescadil.
Según leo, la excepción proviene de la Summa Theologica de Santo Tomás de Aquino, en donde clasifica a los animales por sus hábitos y no solo por sus estructuras. En fin, en esta bella hora de la comida, les pregunto yo: ¿por qué en Florencia, donde se pagan sardinas a precio de salmón, y mejillones a precio de caviar, no se declaran las enormes ratas del Arno (no se si tanto como las capibaras, pero la rata de la foto era más grande que muchos caniches) pescado. Nadan mejor que cualquier pato del río, se lo aseguro, se los comen a bocados.

Rata florentina, a unos 12 metros de distancia.

A Hugo Chávez le encantan las capibaras, y la carne de estos roedores, que se crían en grandes ranchos, alcanza en Brasil precios que doblan a la ternera. Así, que, señores, ya lo saben: ha pasado el Carnaval, y aún nos quedan unas semanas de no poder comer carne los viernes sin ir al Infierno (solo al Católico, recuerden), en las que podemos alimentarnos tranquilamente de capibaras, castores o barnaclas. Pero, por favor, no se les ocurra tomar ranas que sería una vulgaridad.

Y no se quejen ustedes, que la iglesia al final cedió: hubo un tiempo y lugar en el que estuvo prohibido comer lácteos, huevos, carne y pescado. 

El combate entre el Carnaval y la Cuaresma (c.1559), de Pieter Brueghel, en detalle se ven los mejillones y otros "pescados" cuaresmales.

P.D. He leído también que en el Japón tradicional se consideraba a las liebres, pájaros. Si alguien tiene más datos que me escriba, me sería de gran utilidad. 
P.D. 2: Por cierto, en Japón también se venden peluches de capibaras. Ignoro si estos dos datos tienen alguna relación.

domingo, 6 de marzo de 2011

La Corte del Faraón, una zarzuela sicalíptica (I)

Género ampliamente denostado por la juventud, y ahora incluso por la mediana edad, voy a hablarles ahora de mi zarzuela favorita, absolutamente por encima de los demás, y creo que ustedes entenderán a la perfección porqué.

La Corte del Faraón (1910), es obra de Perrín y Palacios y tiene musica de Vicente Lleò. Anunciada en su día como zarzuela sicalíptica (bonito palabro morboso y culto, creo que aquí se explica muy bien), se hizo especialmente conocida por la honónima película de José Luis García Sanchez, con guión de Azcona y dirección musical de Luis Cobos. (mi película española favorita de todos los tiempos, los que la votan tan bajo en filmaffinity seguro que no pasan de Truffaut y piensan aún que la copla es ofensiva pero el tango intelectual), que ambientaba la representación de la zarzuela en el franquismo, cuando estuvo prohibida (y ahora todos entendereis porqué), con el consecuente interrogatorio policial que va desentrañando todas las historias personales de los bien conocidos protagonistas (estrellas de ayer y de hoy: Ana Belén, un jovencísimo Antonio Banderas, Fernando Fernán Gómez, Josema Yuste...). Un sainete a la censura, parafraseando.

Ana Belén, muy oriental ella.

Pero vamos al tema, la zarzuela. Como bien dice Agustín González en el film, se trata de un contumado regodeo en la concupiscencia. Zarzuela es por llamarla de alguna manera, la he visto también descrita como opereta bíblica, e incluye piezas como cuplés y garrotines. Podeis, y debeis, leer el libreto completo aquí, y la mayoría de temas pueden encontrarse en youtube, aunque a eso nos dedicaremos en el post siguiente. La historia no es otra que la del bíblico José, aquel vendido por sus hermanos como esclavo a la mujer de Putifar, un general mutilado cuya mujer intenta aprovecharse del esclavo, que es muy casto. Ese mismo José que luego intepreta los sueños del Faraón y salva a Egipto de la hambruna, se hace famoso y trae a toda su casta de hebreos que luego serán unos pobrecitos esclavos que Moisés tendrá que liberar mucho después. Aunque eso no interesa porque no es sexual, obviamente.

La cara opuesta de la moneda, que de todo tiene que haber (aunque sea ínfinitamente peor que El Príncipe de Egipto).

A veces se considera La Corte del Faraón como una parodia de la Aida de Verdi. Yo no lo veo así (aunque tiene referencias descaradas, como en la primera canción), sino como una burla en general al orientalismo morboso de la Belle Epoque (aquel posterior a la inaguración del Canal de Suez y que conlleva el segundo gran revival del tema: prolifera el  lujo egipcio, las salomés que cortan cabezas y bailan semidesnudas, toda clase de mujeres fatales, cuadros de odaliscas que siempre debían estar desnudas...en fin. Solo que aquí, se hace de una manera deliciosamente burda y kitsch.
Sardanápalo muriendo entre anacrónicas odaliscas desnudas, por Delacroix.

Como toda obra de fama, La Corte del Faraón tuvo tambien una parodia, sublime en mi opinión, escrita ni más ni menos que por mi querídismo Miguel Mihura: El Pueblo del Peleón, opereta ménflica en un acto (1911) y que podeis leer con la musica de la obra original (no tiene precio el primer tema, probad al menos con ese). Se puede leer aquí, y recomiendo encarecidamente que echeis un vistazo a todo el portal de la parodia en España, jodidamente maravilloso y desgraciadamente desconocido (será que me gustan demasiado estas cosas). Ya hablaremos del origen del cuplé, de la copla (de los palos flamencos no, que no acabo de pillarles el gusto), de las varietés y de las ingles de mujeres de todo tipo en otra ocasión. Y de Mihura, incluso de las ingles en Mihura (¡¡¡¡)

En la siguiente entrada, hablaremos por fin de las canciones, complejas, conocidas, hits de la época, y sobre todo, sicalípticas. Adelanto de la más conocida:

¡El Babilonio, el babilonio! (¿pero no estábamos en Egipto?)