Lo que hoy conocemos como Renacimiento del Harlem (y que entonces solía conocerse como New Negro Movement) fue un movimiento político y cultural que tuvo su sede en dicho barrio neoyorkino, y que vivió sus momentos de mayor esplendor entre 1919 y 1929, aunque como es lógico tuvo sus antecedentes y sus reminiscencias. Fue en esta época de gran inmigración, tanto de dentro como de fuera de los Estados Unidos, cuando Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, en inglés), liderada por W.E.B. Du Bois*, encontró a las suficientes personas interesadas en comprender y compartir sus inquietudes. Y lo que salió de ahí fue una de las principales revoluciones culturales de la historia, cuyas consecuencias todavía podemos apreciar día tras día.
Sus participantes más conocidos fueron sus músicos (prácticamente casi cualquier músico de Jazz o Blues de renombre de la época estuvo involucrado*) y sus literatos (de los que solo tengo el placer de haber leído a Alain Locke, Zora Neale Hurston, Langston Hughhes y Nella Larsen: tengo grandes ausencias como Weldon Johnson y Contee Culleen). Yo aquí les hablaré de lo que se (recordemos que esto es siempre un post de divulgación, porque dresgraciadamente, aún queda mucho que divulgar): de Arte.
Mucho puede (y debe hablarse) hablarse de la iconografía negra, dentro o fuera de los Estados Unidos. A lo largo del siglo XIX, se configuraron los estereotipos básicos en cuanto a la representación del negro, y gran parte de lo que necesitan saber está aquí: las leyes segregacionistas (generalmente llamadas “Jim Crow Laws”) nacieron, formalmente, tras la prohibición de la esclavitud y tienen un estupendo museo y una estupenda web donde si les interesa pueden leer con calma sobre los diferentes estereotipos gráficos.
En primer lugar, debe advertirse que el castellano está falto de vocablos en cuanto a las personas de raza negra, y el escribir en esta lengua me obliga a no poder contar con los riquísimos y tan diferentes términos del inglés, que adquieren connotaciones muy diferentes: el Negro no es lo mismo que el black, ni mucho menos que el nigger, o que el aséptico afro-american, que el eufemístico coloured o que los muy ofensivos coon, sambo y toda una pléyade de términos que encontraremos en cualquier publicación. Es por ello, y confiando en que no deba molestar a nadie, que aquí hablaré genéricamente del negro (black), y solo en ocasiones del Negro. Confío en que las dificultades de la traducción no puedan ofender a nadie.
A principios del siglo XX, la convención era algo tal que así, utilizando un texto de mi siempre amado José Juan Tablada:
Juzgando la plástica pura, nos encontramos con procedimientos sumarios y estandarizados, convencionalismos de factura que llegan a hacer de la fisonomía del negro, por ejemplo, una especie de jeroglífico: un disco oscuro, con una elipse por boca y dos círculos blancos por ojos… Alguien encontró antaño esa fácil fórmula, convino el público en que aquello era el rostro de un africano y los dibujantes la repitieron ad infinitum. Ese convencionalismo aceptado, hizo inútil la visión propia y personal y nadie se tomó el trabajo de intentar nuevas estilizaciones, cuando ya había una tan eficaz como los signos de la telegrafía Morse o las claves para cablegramas comerciales.
Pero hubo un grupo de artistas, que más que grupo al uso fueron conocidos, y en ocasiones, amigos, que popularizaron una nueva estética, ya que el nuevo Negro, ahora reconocido y ensalzado, no podía seguir representándose de la peyorativa manera tradicional. Aquí les traigo únicamente una breve selección, pero considero que será lo suficientemente representativa (si el tema les interesa, hay mucho más).
Autorretrato c. 1934 |
"A prediction to Carl from Covarrubias" |
Me cuesta pensar en Van Vechten como ideólogo niggeratti, así que suelo pensar en él como en el centro de todos los asuntos culturales de Nueva York. Socialité por excelencia del Nueva York de los años 20, Van Vechten estaba en todas partes y era amigo de todo el mundo. Albino, homosexual (aunque casado) y de ascendencia europea, cuesta pensar en cómo acabó siendo el líder (junto a W.E.B. Du Bois y Alain Locke) de un movimiento de reconocimiento afroamericano. Van Vechten me fascina como fotógrafo, no necesariamente por la calidad de sus retratos (muchos de ellos excelsos), sino por la calidad de sus representados. Van Vechten estuvo en todas partes (no solo en Harlem), conoció a todo el mundo, y gracias a eso podemos conocerlos los demás: de manera gráfica, a través de sus fotografías, y de manera escrita, con unos excelentes diarios que más tarde serían seleccionados y publicados bajo el elocuente nombre de “The Splendid Druken Twenties”, uno de los mejores retratos del Nueva York de la Prohibición que he tenido el placer de leer. Aquí les dejo una galería de ilustres representantes de las noches del Harlem, y un enlace a sus diarios. Según su amigo Covarrubias, Van Vechten estaba tan obsesionado con los negros que un día iba a acabar pareciendo uno.
Muchos de mis lectores ya sabrán que dedico el corpus de mis investigaciones a este artista, así que todo lo que les pueda decir aquí ha pasado por un estrictísimo proceso de síntesis. Miguel merece, como muchos de los artistas que aquí nombraré, un post a parte y aunque ardo en deseos de contarles su vida entera (puesto que fue uno de los artistas más trabajadores y polifacéticos del siglo XX), este no es el momento. Miguel Covarrubias llegó a Nueva York, desde México D.F. en 1923, con apenas 19 años, y en cuanto conoció a Carl Van Vechten, nadie se atrevió a cerrarle una puerta. En menos de un año, y gracias a su carisma e inestimable talento, Covarrubias conocía a todo el mundo. Josepine Baker y su banda le encargaron los escenarios que tan famosos les harían después en París, los escritores y artistas del movimiento le pedían que ilustrase sus libros (Taylor Brown, Alain Locke, Langston Hughes, Zora Nearle Hurston), e incluso sacó uno de sus trabajos más celebrados, un álbum de dibujos/caricaturas sobre sus noches del Harlem, titulado Negro Drawings (1927). Aquí debajo les dejo un video que acabo de hacer he con parte del Negro Drawings.
Mules and Men, de Zora Neale Hurston |
Batuala |
Aventuras de un esclavista africano |
Mucho se ha debatido sobre si estos dibujos ensalzaban o criticaban a los negros, pero lo cierto es que gustaron a todo el mundo (excepto a W.E.B. Du Bois, que los veía demasiado simples), y si se conoce su obra, se comprobará como adoptaba un tono satírico incluso con sus más cercanos amigos. Así, Miguel se especializó en negros, tanto de África (ilustró la premiadísima, Batuala, de René Maran, pero esto necesita un post a parte) como de los Estados Unidos (ilustró en 1928 Las Aventuras de un Esclavista Africano; en 1938 La cabaña del Tío Tom…). Pero esta sería solo la primera de las pasiones de Miguel y, desgraciadamente, su interés por la antropología y la arqueología le llevó progresivamente a alejarse de la temática negra; afortunadamente, destacó tanto, o más, en sus otros campos de estudio.
Llegó a Nueva York desde Kansas, con su titulación en Bellas Artes, lo que lo convierte en el más formado del grupo. Como era negro (y no un negro pobre, como alguna vez se ha dicho) pudo integrarse con mayor facilidad en los sectores más radicales del movimiento: pronto estaba ilustrando para The Crisis: a record of the darker races (que pertenecía a Du Bois), la revista más importante del tema, pero Douglas destacó, además de por su académica formación por algo mucho más importante: por ser un modernista (un modern artist, que no un participante del Art Nouveau; de nuevo es odioso como el español carece de muchos términos). Douglas llegó a Nueva York en el momento exacto (1925) cuando ese New Negro del que hablaba Alain Locke necesitaba tomar una forma gráfica: si Covarrubias le dio la forma más humana y dinámica, Douglas lo divinizó hasta dotarlo de una dignidad raras veces adquiridas: una oda a la emancipación que pocas veces ha sido criticada. Su geometrismo, su sincronismo, le alejaban del Art Decó meramente exotista y le convirtieron en uno de los muralistas más apreciados del país (recordemos como el Muralismo era, junto con la prensa gráfica, el formato de moda y el que conoce mayores glorias). También fue un excelente artista gráfico. Más tarde aceptaría un puesto de docente y se marcharía de Nueva York.
Vida nocturna (1943) |
El que fuera, posiblemente, el mejor pintor del Renacimiento del Harlem, ni siquiera vivió en él: nacido en Nueva Orleans, formado en Francia y en Chicago, vivió en esta casi toda su vida. De formación clásica, pronto se dejó seducir por los ritmos y colores de la modernidad y de la Gran Ciudad, creando impresionante escenas urbanas.
Autorretrato |
Como retratista, fue formalmente mucho más clásico, aunque retomó el antiquísimo concepto de la pintura de mestizaje, que según él utilizaba para dar dignidad a todos los tipos de negros, “desde el más marrón al más amarillo”. Algo que hoy puede parecernos ridículo, pero recordemos como suele usarse, ante la ignorancia, el término “mixed identity”. Y pocos lugares más mixed había que Nueva Orleans.
Fotografría de Nikolas Muray, c. 1920 |
Alemán inmigrado en América y retratista consumado, es posiblemente uno de los artistas más curiosos y completos que veremos en este contexto. Antes de que le fascinaran los negros de Harlem, se interesó por los nativos norteamericanos (prácticamente reiaugurando toda una temática bastante olvidada); formado en el Expresionismo alemán y en la Secesión Vienesa, aportó el toque germánico al florido Art Decó neoyorkino. Fue un estupendo pintor de caballete, y como todo aquel que se preciase en aquella época, un estupendo muralista y artista gráfíco. Además, fue el maestro de Aaron Douglas. Casi nada.
Dos rara avis, que son Renacimiento del Harlem, pero no:
Paul Colin. Paul Colin fue el artista que se encargó en Francia de la parafernalia y difusión de Josephine Baker y su Revue Negre, el culpable (junto con Covarrubias, y especialmente, de la Baker, primera mujer americana en recibir la Legión de Honot) de que la negritude pasara de mera atracción de feria a símbolo de la modernidad. Colin no estuvo en el Harlem, pero hizo que sus ideas llegaran a París, y así, a gran parte de las élites culturales del mundo; hizo mucho más por normalizar el mundo del Harlem que muchos de sus protagonistas más directos. Con sus estudios y pinturas sobre el éxito de la Baker publicó un libro, Le Tumulte Noir, que es altamente recomendable. Hoy en día, ya no está tan bien visto, pero fue el que abrió un duro y arduo camino en Europa.
Reginald Marsh. Los principales manuales no suelen incluir a Marsh dentro del Renacimiento del Harlem, a pesar de que lo vivió y lo disfrutó igual que los artistas anteriores, y que trató (aunque no únicamente) la misma temática. ¿Y por qué no? Posiblemente, porque no era negro, aunque ya han visto que gran parte de los anteriores no lo eran. Sea como sea, Marsh es uno de los grandes artistas americanos del siglo XX, y uno de los realistas sociales más deliciosos de la historia. Y muy posiblemente, el mejor pintor (que no artista) de los que les he mencionado aquí.
Sin embargo, artistas como los que aquí hemos visto son una excepción y hasta hace no mucho tiempo, e incluso hasta el momento presente, esta fue la norma. Si les presento la cara bonita de la moneda, es porque quiero que también conozcan la fea.
También creo importante que sepan que el célebre Cotton Club, era en verdad denostado por la mayoría de simpatizantes del movimiento, ya que se consideraba como una mera atracción turística para blancos, que acudían al club por el morbo, pero que, desgraciadamente para muchos artistas, era uno de los sitios que mejor pagaba. Según muchos activistas de la época, la mayoría de los blancos que visitaban Harlem lo hacían solo por voyeurismo y no por verdadera confraternización, pero ¿acaso no podría decirse lo mismo de cualquier distrito turísitico del mundo?
En definitiva, si algo nos enseñó el Renacimiento del Harlem, antes de volverse infructuosamente separatista, es que todos éramos iguales, y lo que ha sobrevivido de él es su pretensión igualadora: no se trataba únicamente de ensalzar al negro, como siglos antes se había ensalzado al blanco, sino, precisamente, de demostrar que sus fallos y aciertos eran los mismos que los de cualquier blanco***. De esto precisamente trataba la obra que, hoy consideramos, dio el pistoletazo de salida al movimiento; “The Emperor Jones” (Eugene O’Neill, 1920) contaba la historia de Brutus Jones, un asesino y convicto negro que se escapa y funda su propio Imperio-dictadura en una isla del Caribe. Pronto conoció un gran éxito, y no mucho después se llevó al cine protagonizada por Paul Robeson (otro de los activistas por excelencia de aquel momento). En este sentido, el Renacimiento del Harlem no fue más que uno de los numerosos movimientos folklóricos nacionales que surgieron en todo occidente (y en gran parte de Oriente, como el movimiento Mingei en Japón, o la escuela Pita-Maha en Bali), y que trataron de recuperar las formas artísticas y musicales populares, casi siempre patrimonio de una minoría.
Solo que en el caso de Estados Unidos, esta minoría no era tal. Afortunadamente, la presencia negra en el mundo de las artes fue cada vez más habitual hasta el momento de la verdadera emancipación, hasta llegar a ser la normal dentro de la cultura de los últimos 20 años. Lástima que haya gente que ha tenido que esperar a ver una película como "Django Desencadenado"**** (que trata la esclavitud) o incluso “Criadas y señoras” (que trata la segregación) para darse cuenta de que las cosas no siempre han sido así.
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*Podrá apreciarse a lo largo del artículo que W.E.B. Du Bois no es santo de mi devoción. Sin embargo, debo reconocer que es la verdadera estrella de la Era de la Reconstrucción, y aunque para la época que los concierne se había vuelto más fanático e intolerante que muchos a los que por aquellos mismos motivos criticaba, Du Bois creció en un entorno sumamente más hostil y que sin su ayuda nada de lo que aquí cuento hubiera sido posible. Además, tuvo el mérito de ser uno de los primeros doctorados negros de la Historia, y el primero de Harvard (nada menos).
**Louis Armstrong, Josephine Baker, Count Basie, Cab Calloway, Duke Ellington, Ella Fitzgerald, Dizzy Gillespie, Billie Holiday, Lena Horne, Charlie Johnson ,Thelonious Monk, Bessie Smith, Ethel Waters…
***¿Qué pensaría Spike Lee de esto? Permitanme la crítica.
****Cuyo cartel, por cierto, considero extremamente influído, no solo por los títulos de crédito de las películas de Sergio Leone, sino por el propio Covarrubias, especialmente en la cubierta que realizara para el Weary Blues de Langston Hughes. También veo mucho de Aaron Douglas, y me atrevo a decir que no es pura casualidad.