Posiblemente fuera Persépolis (2007) una de las últimas películas que me hiciera reflexionar y una de las que más veces he visto durante los últimos años. Basada en la honónima novela gráfica compuesta por cuatro tomos (y que si vais a comprar, por el amor de Dios, hacedlo en la edición coleccionista única, que sale a poco más que el libro individual), ambas son la obra autobiográfica de la iraní Marjane Satrapi, y han sido muy galardonadas (se quedó fuera del oscar por culpa de Ratatouille, pero ganó premios en Cannes y en los César).
A estas alturas de la película (ak ak ak, algún día dejaré de hacer chistes), la historia es bien conocida: Marjane tiene 9 años cuando estalla la Revolución Cultural iraní y tras varios años de inseguridad, y de ver como sus conocidos van cayendo uno a uno, sus occidentalizantes padres la envían a estudiar a Viena. Sus aventuras ahí no son sorprendentes: básicamente se dará cuenta de que esos jóvenes airados y subculturales con los que tanto parecía identificarse tienen bastante poco de lo que quejarse. Marjí volverá a casa, a Teherán, y perdidas todas sus libertades, su mayor aventura será el intentar recuperar una vida.
Una de las primeras páginas del primer libro, y una de mis favoritas. |
Casi tan aclamada como la novela gráfica, que está desde hace un tiempo en el haber de todo cultureta de pro, le sucede exactamente lo mismo que a otro de mis clichés favoritos, el Ghost World de Daniel Clowes: creo que la película supera a la película, acortando unas historias y alargando otras, pero con una estética calcada y controlada precisamente por sus creadores. La música, las voces y el tiempo de narración hacen que algunas secuencias como esta (spoiler) me hagan incluso preferir el film.
Persépolis me gustó por sus inesperados toques de humor, por su sinceridad y realismo tan poco morbosos, y porque gracias a libros y/o película, muchos occidentales se dieron cuenta de que los países islámicos no estaban plagados únicamente de fundamentalistas. Y básicamente, porque era una historia de superación, aunque esta superación se basase en la huída (¿quién ha dicho que sea malo huir hacia delante?):
"El amor es un sentimiento convencional. He perdido algunos parientes en una revolución, he sobrevivido a una guerra, y una historia de amor casi acaba conmigo".
El dibujo, tantos en los libros como en la película, es sencillo pero elegante (y ciertamente persa y efectivo). La elección del blanco y el negro, en mi opinión, un acierto pleno (pero es que a mí esto me puede...): la simpleza del dibujo contribuye a la complejidad de la historia. La banda sonora es tan inesperada como agradable (Iron Maiden y Survivor mezclados con música tradicional persa y pianos franceses al más puro estilo Yann Tiersen).
Aquí algunos de mis momentos favoritos, tanto de los libros como de la película
Una lástima el no haber encontrado la escena en la que resume la historia de Irán en el siglo XX, ni sus conversaciones con Dios/Marx.
Aquí se pueden descargar los libros, y aquí va un trailer de la película (y no hay excusa para no verla, que según me contó mi hermana, ahora incluso se la ponen a los adolescentes en ética):
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