martes, 22 de mayo de 2012

El escándalo de Evelyn Nesbit (II)

En la entrada de ayer hablábamos de cómo la jovencita Evelyn Nesbit, con apenas 16 años se había convertido en la modelo más cotizada de Nueva York y en una de las protagonistas del musical de moda gracias a su evocadora y virginal belleza. Pero esto iba a durar muy poco.
En 1901, su compañera de reparto Edna Goodrich, la Florodora Girl más famosa y mejor pagada, que apenas le sacaba un año le presenta a Standford White (y no se si quiero saber de qué le conocía). Standford White era el arquitecto más afamado de Nueva York, y uno de los más famosos del país (dentro del eclepticismo, todo un protagonista de esto que se empeñan llamar American Renaissance, Gilded Age, y demás). Había construido el arco de Washington Square, las casas de los Astors y Vanderbilts en la Quinta Avenida... la desaparecida sede del New York Herald, y lo que es más importante (porque volverá a aparecen) el Madison Square Garden (no el que hay ahora, sino el de esta imagen). 
La torre del "polideportivo" se inspiraba en la Giralda de Sevilla y era considerada una de las maravillas de Nueva York.
White estaba en todas partes y siempre con honor: trabajaba para el Estado, para la Iglesia, para la Universidad, para los ricos y para los famosos. Todo un caballero de aquella falsa Edad de la Inocencia de Wharton y Scorsese. Estaba felizmente casado y en aquel momento tenía  47 años. Pero a Stanny le gustaban demasiado las mujeres (sobre todo, si eran vírgenes), y le había gustado Evelyn. A ella, la conquistó con joyas y rosas; a su madre, con dinero (y con una plaza en una academia militar para el hermano de Evelyn). Merecería un punto y aparte comentar la habitual práctica de las familias de las artistas vendiendo su virginidad, pero la madre de Evelyn siempre estará ahí para decirle que hacer con su vida y para "organizar" su dinero (en tanto que ella era menor).
Standfor White en 1895, 6 años antes del encuentro.
En sus memorias, Nesbit relataba con horror, o con mentiras, la noche que perdió la virginidad con Standford. White tenía un lujoso picadero decorado con pinturas y forrado de terciopelo rojo: en una habitación, colgada su principal fetiche, un columpio rojo sobre el que le gustaba empujar a las chicas desnudas (este hecho dio nombre a la película "La chica del columpio rojo", basada en la vida de Nesbit, que no tengo el placer de haber visto completa, pero que tienen disponible aquí); en otra, el único mueble era un sofá verde, mientras que espejos cubrían el techo y las paredes. Fue en esta donde White le dio a Nesbit un kimono amarillo y la colmó de champán. Ella simplemente recuerda que "se desvaneció" y despertó desnuda.
Por Rudolf Eyckermeyer Jr. de nuevo
Joan Collins era muy decente y ella se mecía vestida
Nesbit y White pasaron juntos algún tiempo, abortos incluídos (curiosamente, siempre camuflados como apendictomías, que para la madre de Nesbit debían ser recurrentes), pero la apetencia carnal de White siempre buscaba nuevas vírgenes y la relación acabó. No obstante, años más tarde, Evelyn reconocería que Stanford fue el único hombre al que amó.
Evelyn se dejó entonces cortejar por un joven actor de teatro, todavía inconsciente de la fama que llegaría a alcanzar: John Barrymore. Barrymore tenía entonces 19 años (hasta 13 años después no aparecería en el cine, alcanzando fama mundial), Nesbit, 17: él la empezó a rondar con ramos de flores a la salida de Florodora, e incluso le propuso matrimonio varias veces (previo embarazo, todo hay que decir). Pero la madre Nesbit lo consideró demasiado pobre y se ocupó de separar a la pareja, internando a su hija en una Escuela para señoritas en Wayne (y para que ya de pase, abortase de tapadillo). Pobre John Barrymore.
Barrymore, algo ya más crecidito.
Después, Evelyn inició romances con un jugador de polo de cierta fama y con el rico heredero de Collier & Son, el editor Robert J. Collier (supongo que no al mismo tiempo), pero el hombre de su vida aún estaba por llegar. Harry Thaw era otro rico heredero, más si cabe, hijo de un magnate ferroviario de Pittsburgh (al igual que Evelyn). Pero Thaw era mucho más parecido a White: famosa era su afición a las coristas, y se decía incluso que en París había pagado una orgía con más de 100. De hecho, se había fijado en Nesbit en Florodora, al mismo tiempo que White, pero este se le adelantó y él nunca lo perdonaría...


Harry Thaw en 1906.
Thaw era un enfant terrible. Terriblísimo: le expulsaron de la Universidad de Pittsburgh, luego de Harvard, andaba siempre armado, y si no drogado, completamente preparado para drogarse (cargaba siempre en el traje su propia caja con jeringuillas y una botella de láudano), inventando incluso métodos nuevos. Fue el propio White quien aconsejó a Evelyn alejarse de aquel tipo, pero Thaw era insistente: en los ya habituales abortos de de Evelyn, la cubría de regalos y flores. A Thaw le sobraba el dinero, así que también cubrió de ellos a la madre Nesbit y a la directora de la escuela-internado en donde Evelyn era recluida de vez en cuando (y esta directora no era ni más ni menos que Agnes de Mille, la madre de Cecil B. de Mille, una interesantísima mujer de la que pueden leer aquí). Cuando Evelyn salió, Thaw se la llevó junto a su madre a un lujoso viaje a París y ahí le propuso matrimonio; la muchacha le dio largas durante semanas hasta que finalmente le contó lo que pasaba: Standford White le había robado su virginidad y no se sentía digna como para ser la esposa de nadie.

Probablemente, Nesbit no quería ser la esposa de nadie, y menos de un sádico maltratador; esto fue precisamente lo que pasó: Thaw montó en cólera (¿de verdad se creía las repetidas operaciones de apendicitis de Evelyn?), mandó a la señora Nesbit de vuelta a Nueva York y se llevó a Evelyn a un castillo en Alemania, donde la forzó y la azotó con un látigo, o al menos eso cuenta ella. Sea como fuera, siguieron juntos y le convenció para volver a Nueva York. Se casaron el 4 de Julio de 1905. La señora Nesbit recibió una cuantiosísima dote. Obviamente, aquello no podía acabar bien...

El escándalo de Evelyn Nesbit (I)

La historia de Evelyn Nesbit es, cuanto menos llamativa. La chica Gibson por excelencia tuvo una vida agitada, y no para bien: en la hipócrita Nueva York de la Belle Epoque, sus escándalos sexuales y relación con un importante asesinato la hicieron portada de todos los papeles.

Evelyn nació en 1884 en un pequeño pueblo de Pennsylvania, junto a Pittsburgh, hija de un abogado de oficio. Cuando tenía 9 años, el padre murió, dejando a la madre y a los hijos endeudados y sin ingresos. Y como era habitual en aquella época, la madre no dudó en sacar provecho de la inusual belleza de su hija alcanzó al convertirse en adolescente: la niña comenzó a hacer de modelo para artistas locales, como John Storm.
Posiblemente, su peor foto conocida.
Cuando cumplió 16 años, la familia se mudó a una pequeña habitación en Nueva York y faltos de recursos, Evelyn volvió a hacer de modelo, pero esta vez, a lo grande: el impresionista James Caroll Beckwith, el pictorialista Rudolf Eickemeyer Jr., la indescriptible Gertrude Käsebier... Les dejo una selección de fotos:








Por Rudolf Eyckemeyer Jr.
C. 1900, por Kasebier

La sensual, aunque virginal belleza de la joven de cabellos caobas respondía a la perfección con el ideal de la época (1901) y no tardó en ser conocida: llegó a los oídos de Charles Dana Gibson, que ya era uno de los dibujantes más reputados y valorados. La dibujó en una de sus ilustraciones más célebres "La eterna duda", con lo que pasó al imaginario popular como un prototipo de las nuevas y sensancionales, a la par que sensuales, chicas Gibson.
La eterna duda, de Charles Dana Gibson.
Y así, conforme la fotografía iba dejando de ser o arte o una curiosidad morbosa (porque a esto era a lo que se dedicaban la mayoría de modelos fotográfícas, a ciertas formas de pornografía) e irrumpía en las portadas de las más selectas publicaciones, Evelyn cada vez se iba haciendo más famosa: llegó a realizar una sesión al día (posiblemente, fue la única que llegó a tal extremo), cobrando lo que hoy serían unos 200 euros por cada una. Nada mal para una recién llegada.

La popularidad como modelo le abrió las puerta del espectáculo, de aquel Broadway que se estaba transformando de las Savoy Operas a lo que luego serían los grandes musicales y las Ziegfield Follies. Y como icónico precedente, en 1901 había precisamente un espectáculo de moda, que ya había arrasado en Londres y que lo estaba haciendo en Nueva York: Florodora. La mezcla entre comedia británica y tropical protagonizado por un sexteto de bellezas (que además, enseñaban más carne de lo habitual) la convertía en un éxito inmediato. Evidentemente, no tenemos videos sonoros del momento, pero en 1930 se hizo una versión cinematográfica sonora. Aquí les pongo uno de los mayores hits edwardianos, no lo menosprecien.

El sexteto original.
Como ven, el epítome de las Gibson Girls: curvas encorsetadas de la cadera al sombrero (moño incluído), revestidas de astucia y falsa pero adecuada decencia. Justo lo que era Evelyn, y de eso de dieron cuenta los productores, que le dieron un pequeño papel: en muy poco tiempo, Nesbit, de 16 años, llegó a pertenecer el sexteto protagonista. Como era habitual centenares de admiradores y canallas, pero sobre todo, caballeros millonarios, esperaban a la estrella a la salida del teatro para proponerle desde matrimonio hasta cosas muchos más indecentes. Y aquí es cuando nuestra protagonista comienza a descender a los infiernos...

lunes, 21 de mayo de 2012

El año que viví peligrosamente (o del Apocalipsis cotidiano)

Dentro de no mucho hará un año que se acabó mi periplo italiano, y desde que sucedió el incidente del Costa Concordia he querido escribir. Viví durante 10 meses en Florencia, Toscana, estudiando como erasmus Historia del Arte (que ahí tiene otra estructura, por lo que cursé asignaturas de varias carreras): las opiniones que presento en este post, y en los que le sucederán, derivan únicamente de mi experiencia y no tienen porqué ser aplicables para el resto de Italia, ni para todos los italianos, o ni siquiera para todos los florentinos. Yo les hablo de lo que conozco. Y lo que conozco no era particularmente bonito.

Cuando vas a Italia de Erasmus, te dicen que esperes lo peor: que te lo pasarás bien, pero que te armes de paciencia y te vayas cargada de tilas. Creo que con eso se quedaron cortos. No voy a hablar sobre mi experiencia Erasmus, aunque este post sí que hablará de la incoherencia general italiana, que parece un mito,  pero que no lo es.

Todavía no me explico como volví sana y salva de Italia. ¿Mafia? Para nada, en Florencia no tienen presencia y si lo hacen son más que discretos. Extorsionadores los hay en todos los lados, como por ejemplo en el negocio de los pisos para estudiantes, pero no hablemos de esto.

Hablemos del tráfico. Siempre se ha dicho que los italianos conducen mal: en Florencia, apenas se puede conducir, así que los coches no me preocupaban demasiado. Yo vivía en pleno centro, en una zona en la que las calles eran de un carril, y ahí no tenía que haber habido problemas para andar. Pero lo había. Porque por una calle de una carril, y dos aceras de menos de un metro, pasaban simultáneamente coches, motos (que invadían la acera por la que estabas andando), y bicicletas, muchísimas bicicletas. Además de los peatones, que como yo, nos sentíamos intimidados. Porque los semáforos tampoco existían excepto en unas zonas muy concretas. Aunque si salías del centro, tenías avenidas de incluso 4 carriles (¡locura!), y ahí el tráfico ya era una cosa chunga (tan chunga que pasan cosas como esta).

Lo habitual era que la gente aparcara sus motos y bicicletas en la acera: también era habitual que las aparcara perpendicularmente, y que tuvieras que bajar a la acera (con el agravante de que mi calle estuvo vallada mucho tiempo y no podías hacerlo): con los coches, las bicis y motos que fluctuaban de acera a calzada, e incluso, pero esto por ser Florencia, con coches de caballos. ¡Había tantas formas de ser atropellado! A mí solo me tocó una: la de la bici.

Pero tampoco era fácil andar. Pocas calles del centro tenían el suelo en condiciones. Lo habitual es que faltaran baldosas, que estuvieran rotas, o que de repente la calle se inclinara y la acera se torciera, o incluso se acabara de repente. Una mañana volví a mi casa y unas repentinas obras me habían quitado la acera, MI acera. No podía entrar en el portal hasta que unos obreros idearon una solución. Pero tener agujeros, o abruptas interrupciones en el suelo, no siempre implica caerte: claro que, la posibilidad aumenta seriamente si llueve 4 días a la semana, o si la única forma de transporte público es la bici robada de tu amigo, que te lleva de paquete por un suelo irregular y mojado. Yo solo me caí dos veces, y una de ellas con tacón. Supongo que había una fuerte convicción que me impedía caerme, por orgullo y racanería, por no querer pagar por mi sufrimiento*.

Esto me lleva a hablar de otro tipo de peligro italiano: la incapacidad para prevenir. En Japón, sufren terremotos gordísimos habitualmente, y casi nunca pasa nada; Italia es una zona de intensidad sísmica moderada, pero cada vez que hay un terremoto se tambalea también la nación (recordemos el de L'Aquila o el de ayer en la Emilia): ¿por qué no hay previsión para algo que parece ser común? ¿Por qué se caen más  edificios actuales y en supuesto buen estado que ruinas medievales? Yo una vez andaba por la calle (por Via dei Servi, para más señas, una de las vías más transitadas de la ciudad) y se cayó un trozo enorme de fachada settecentesca: el ambiente de polvo duró horas, y 4 después aparecieron los bomberos para controlar que no pasara nada**. Hace unos meses, un capitán de barco quiso hacer el imbécil y se acercó demasiado a la isla del Giglio (que es un destino muy de fin de semana, queda muy cerca de las conocidísimas Elba y Montecristo) con el antierótico resultado que ya conocen. La sensación de los que hemos vivido en esa misma Toscana es que aquella desgracia era normal y esperable, en vez de indignante. Porque claro, ES ITALIA.

Les contaré otros tres cuentos, solo a modo de ejemplo:
La plaza de mi facultad. La rotonda del fondo la hizo Brunelleschi.

  • Un cuento de invierno. En Florencia, nieva solo una vez al año, siempre en torno al 22 de Diciembre, mucho y durante varias horas. Esto ha sucedido así desde hace más de una década, pero sigue causando sorpresa. El 22 de Diciembre de 2010 nevó durante más de 6 horas: cuando llevábamos menos de una, ya no se podía andar por la calle, cuando llevábamos 5, la gente había sacado trineos caseros. Obviamente, se cancelaron todos los vuelos, y todos los trenes. Los trenes se cancelaron a mitad de trayecto (un amigo, que volvía de Pisa, estuvo 6 horas en un tren cuyo trayecto sin paradas es de media hora), por supuesto. Además, medio país de quedó sin cobertura, y sin internet. Y los supermercados se quedaron sin productos. Aquello era el Apocalipsis. Por una nevada de dos palmos, que sucede todos los años, y que se da durante varias horas: supongo que es más bonito quedarse a mirar nevar que echar sal en la vías, o en las carreteras. En Bolonia, que parecen gente de fiar, la echan, ¡y todo funciona bien!. El problema era cómo llegar a Bolonia: había atascos de ¡12 horas! en la autopista (es en torno a una hora de viaje), con gente sufriendo de hipotermia, y los trenes no salían. No tengo muy claro cómo conseguimos llegan a la estación con maletas de 20 k, mochilones, bajo cero y dos palmos de nieve, pero cuando lo hicimos no había trenes, y tras varias horas, conseguimos colarnos en uno, ya que las máquinas no funcionaban. A varias cientas de personas les había pasado lo mismo. Había niños, perros, en los portamaletas sobre los asientos. Vivir para contar. Una vez llegados a Bolonia, todo era normal.
  • Un cuento de primavera. Hace un año, estaba visitando a una amiga en Venecia, y fui a pasar, con lo puesto, el día a Padua y a Vicenza. A la hora de la vuelta, mi tren Vicenza-Venecia no salía. No salía, ya con dos horas de retraso, y en la estación se negaban a decirnos nada. Un alemán simpático buscó en internet, y vio que un tren se había quedado colgado entre Padua y Vicenza. Es decir, la única escapatoria posible. Porque es muy normal tener comunicadas capitales provinciales por un único raíl. Porque jamás han pensado que quizás algún día pasaría algo. Pensé que la solución estaría en la estación de autobuses anexa: craso error, sólo había autobuses a la Provincia de Vicenza. Porque nadie ha pensado que quizás una conexión con una ciudad como Padua, la más concurrida de la región, y que queda a 10 mins, podría ser útil. Cómo se les iba a ocurrir. 
  • Un cuento de verano. El verano pasado, se incendió parte de la estación romana Tiburtina, que es de donde salen casi todos los regionales. Bueno, aceptamos que un incendio en una estación clave para un país ferroviario como es Italia, genere retrasos e incomodidades. Nunca entendí porque dos días después de un incendio romano, mi conexión REGIONAL con Arezzo, que nada tenía que ver con Roma, seguía inactiva (lo seguiría una semana más, pero no lo sabía). Cuatro días después, ya sin retrasos, me fui a Rávena. Casi no vuelvo. El viaje duraba unas tres horas y media en regional (el único tren directo, además), y paraba en un montón de sitios, pero siempre me acordaré de Faenza. En Faenza nos paramos. Una hora, dos, tres. Sin explicación alguna. En un tren de dos vagones, sin baño o (por supuesto) cafetería. Al final, nos contaron qué pasaba: un tren se había quedado colgado en la ÚNICA vía que nos permitía salir de ahí y tenían que remolcarlo. Hasta que a las 2 horas no llegaron los responsables, no se hizo. Como ven ustedes, la teoría de la vía única debe ser muy válida.  Todo iba bien hasta que empezamos a parar 15 minutos de más en cada parada (recuerdo especialmente terrorífica la de Borgo San Lorenzo, no se porqué): resulta, que había todavía trenes mal reubicados (4 días y medio después) desde el incendio de la Tiburtina, y teníamos que "respetar sus retrasos". Todo el mundo sabe que amo los mosaicos bizantinos, pero cuando estás casi 9 horas volviendo de Rávena te planteas no volver más.

El fatídico tren (familia incluida).
En Italia todo es peligroso: el fútbol (la italiana de intercambio estaba extrañadísima de que dejasen llenar los estadios en España y no muriera gente, nos dijo literalmente), e incluso el futbol histórico (calzio storico fiorentino), una violenta variedad renacentista, en la que se juega hasta la sangre y cuyos participantes son muchas veces ex-presidiarios que aprovechan el campo de juego para poder abrirse la cabeza legalmente. Aquí tienen unas fotos buenísimas.

Pero me gustaría hablar de otro tipo de peligro, y esa es la falta de derechos: la que te impedía recibir cuidados médicos de urgencia sin previo pago* siendo ciudadano comunitario, la que te impedía contratar internet wifi sin tener una cuenta italiana (que era casi imposible de crear), la que por culpa de una burocracia vaga e incompetente (o con muchas ganas de tocar las narices) te acababa impidiendo votar, la que hacía que tus exámenes orales fueran a puerta cerrada, sin testigos y sin registro alguno. Se que esta limitación de derechos no es comparable a la de países en vías de desarrollo, pero yo solo pretendía recibir aquello que me ofrecían: Libertad, Igualdad, Fraternidad y esas cosas que ponen orgullosos en el Parlamento de la Unión Europea.

En Florencia, no tengáis miedo de la mafia o de los carteristas, que eso ya lo tenemos aquí: tened miedo a todo lo cotidiano y vivid cada día como si fuera el Apocalipsis. Pensad que nadie podrá curaros, defenderos, o que tenéis que guardar comida en casa porque lo mismo cae granizo y se colapsa la provincia entera: llevad botiquín, id a la compra con mochila de montaña (los carritos no se pueden arrastrar por muchas zonas) y pensad siempre mal porque acertareis. Es la única manera de que salga bien ;)

Yo todavía no me explico cómo me salió bien. Teníamos a Berlusconi diciendo "Yo no voy de putas, son ellas las que vienen a mí", pero no teníamos a un tipo matando senegaleses a 5 mins de mi casa. Por estas, y por muchas otras razones, 2011 fue el año que vivimos peligrosamente.


*Si posees la tarjeta sanitaria europea, el Estado Español te devolverá los gastos de la atención sanitaria de urgencias y elemental; no así los especialistas, que en Italia son siempre privados. Conocí gente que sufrió problemas serios: rotura de huesos, apendicitis, problemas hormonales. Todos volvieron corriendo a España a tratarse: un avión de urgencias era más barato que un par de consultas de especialista, y no hablemos de el tratamiento. 
**Por esto me resulta ya normal ir a una facultad en la que se caen constantemente trozos de techo.

martes, 1 de mayo de 2012

Nuevo blog

Este blog nació en un principio para hablar de la sicalipsis (y aún habrá gente que me lea que no sepa todavía lo que es) en un sentido más amplio, pero se me fue de las manos y acabó siendo una serie de impresiones personales pseudociéntificas-literarias, especialmente sobre el mundo del Arte y de la Historia, que para algo es el mío.

Seguiré con él mientras tenga tiempo de ideas (tengo más de lo primero que de lo segundo, tristemente), pero me gusta estar ocupada, así que me cree un nuevo blog.

Señoras y señoras, les presento: "Beber en tiempos revueltos", una oda a la fiesta y jarana del pasado. Les copio aquí la presentación que hice, y que espero que les guste:


Desde que ya en la prehistoria el ser humano se dio cuenta de que ciertas bebidas les embriagaban (en el más literal de los sentidos) comenzó a utilizarlas para su recreo, y en muchas ocasiones, para su vida espirtual (tantas veces unidas...): desde tiempos remotos, el consumo de alcohol ha sido una constante, más o menos perniciosa, pero siempre generadora de anécdotas, y como no, de cultura.
Este es otro blog temático en el que se tratará el tema de la bebida y de sus consumidores (alcohólicos o no), de sus vendedores y sus lugares (bares, restaurantes, cafés, cabarets, tascas, lo que ustedes prefieran...), de sus recetas y de sus efectos (sanitarios, culturales, económicos.)
Existen algo que se ha llamado a veces "baja cultura", esa que supuestamente toca las capas más bajas de la sociedad: de esta salieron cosas tan dignas como el jazz o las novelas pulp, hoy elevadas a los grados más altos de sofisticación. Precisamente, una de las paradojas de la modernidad es el haber elevado la baja cultura a los alta cultura, pero no creo que estos dos elitistas términos sean necesariamente contradictorios.
¿Qué era el conde Henri de Tolouse-Lautrec, un alcohólico putero o un genio de las bellas artes? ¿No podía ser simplemente las dos cosas, igual que Dioniso era un poderosísimo Dios, o que incluso la sangre del propio Cristo se simbolizaba con vino?
¿Generalización? ¿Normalización? Llamenlo como quieran. Este blog no pretende incitar al alcoholismo, sino recordar que los vicios, más o menos sanos, son también parte, y una de las más importantes, de la historia y de las artes; si en algún momento queremos comprender a los hombres del pasado, habremos de intentar conocer sus hábitos y no solo los buenos: sus costumbres al divertirse, sus costumbres sexuales, sus costumbres lúdico-alimentarias...
Y de todo eso, hablaremos aquí.

A su salud.