lunes, 30 de julio de 2012

La interpretación vívida, o porqué no me gustó "Chico y Rita"

"Preferimos caricaturas a fotografías (de figuras internacionales) simplemente porque buscamos una interpretación más vívida (gráfica, intensa)." - Editorial del Vanity Fair, Enero de 1933.

Esta fue una de las máximas del Vanity Fair y mientras la usó le fue bien: poco después, las revistas comenzaron a sustituir las impactantes ilustraciones a todo color por pobres fotos en blanco y negro. Algo parecido, una interpretación vívida, busco ya al ver una película de animación: me gustaría que la animación aportase algo que no se conseguiría en imagen real, que la animación no sea una excusa para atraer público.



Y eso es lo que me ha parecido Chico & Rita (2010), un reclamo en animación para una música excelente (tanto en la elegida como en la creada ex profeso para el film), con una historia regular y mil veces vista. Su director, Fernando Trueba, suele saber lo que hace (aunque todo lo que he visto de él me parezca más que sobrevalorado), y aunque reconozco su experiencia y mano en el tema musical, creo que la técnica y la estética se le han quedado muy grandes. Quizás yo esperaba la verba cubana de Massaguer, que al fin y al cabo era muy rico y muy blanco, pero me encontré con una exaltación interracial (totalmente lógica y deseable) y ¿transfolcklórica? (me refiero al final del film, y seguramente, sí, me he inventado el término).

No es mi creencia desaforada en que todo tiempo pasado mejor, pero creo que seguramente Mariscal no estuvo a la altura. La deliberada simplificación de las formas, que lejos de ser algo desmerecedor (comprueben si no mis apetencias por grandes señores como Miguel Covarrubias, Marius de Zayas o para que vean que esto no es una exaltación hispana, Ralph Barton o Al Hirschfeld), lleva aquí a una inexpresividad terrible, lo que aunada al horror vacui de los fondos escenográficos (muy ricos y casi fotográficos) me produce la sensación de estar en una de esas inconexas (visualmente hablando) aventuras gráficas de principios de los 90, particularmente incómoda por la multiplicidad de escenarios (alarde innecesario y mal llevado, en mi opinión). Con la excepción de una escena (que no consigo recortar, me refiero al sueño de Chico en el viaje de Nueva York), creo que no se aprovechan en absoluto los recursos que ofrece la animación. Mariscal es un diseñador, un artista en general, pero desde luego no es un gran dibujante ni animador: esto no es La Negra Tomasa (cuyo video de Compay Segundo produjo Trueba y diseñó Mariscal, vamos), sino un largometraje de hora y media que pretende ser una especie de Casablanca in black y sin censuras.

A su favor, tengo que decir estética, estáticamente, tampoco desmerece tanto, y el trabajo en la reconstrucción de La Habana pre-castrista (en gran parte desaparecida) es loable, mientras que los tipos y figuras sí responden a la estética del momento (véanse, por ejemplo, la revista Carteles). Que a mí me recuerden a la obra tardía de Covarrubias debe ser más bien obsesión.




Muy posiblemente, el excelente tratamiento musical de la película sea su mayor baza, con curiosos cameos como el de Freddy King Cole haciendo de su mucho más famoso hermano, o los del final de la película (del que si les hablo les estropeo al final), con guiños a cosas que al final quedan en casa (como el funeral de Chano Pozo, tan parecido al tema que realmente le dedicó Benny Moré unos años más tarde, cuando Bebo Valdés, el encargado de la música del film, ya tocaba para él).

La historia comienza en 1937, y no es un mambo o una rumba, es precisamente un bolero el el que vertebra una historia de amor y traiciones ("miente como mienten todos los boleros"*) y nos traslada a esa época de gloria de la música cubana, cuando el jazz y el bebop llegaban a la isla junto a ricos turistas americanos, y los músicos cubanos buscaban a su vez su gloria en un Estados Unidos que florecía ante, y gracias a esa invasión del arte criollo que ya mencionamos: lo afroamericano, lo hispano y lo brasileño gustaban, triunfaban y eran a menudo confundidos.





¿Hubiera sido tan célebre Chico & Rita si hubiera sido en imagen real? Probablemente no. Seguramente, hubiera sido alabada la banda sonora, incluso su leve tono de film social, que es con lo que me quedo. Les dejo unos ejemplos:

El Hotel Nacional de Cuba, país de mayoría no-blanca. Un negro podía entrar como servicio o como "acompañante".

"Yo tenía que estar en el sur con mi socio Dizzy Gillespie. ¿Pero saben por qué estoy acá? Porque allí tampoco podemos entrar en muchos lugares. Tenemos que usar la puerta de servicio en los hoteles, sentarnos en el asiento trasero de la guagua, y mear en servicios separados. Hay más hijos de puta comeñetes que en Cuba, chico." - Chano Pozo a Chico y Ramón
"Hay algunas cosas que no entiendo. La vida de un artista negro es verdaderamente fascinante. Aquí estoy, en este gran club, en este bello hotel, pero no puedo alojarme en él. Tengo que dormir en un motel fuera de la ciudad. De todas maneras, la gente me dice todo el tiempo que soy una estrella. ¿Qué pensais? ¿Qué tipo de estrella puedo ser?" - Rita, en terrible inglés, a su blanco público de Las Vegas.
Con todo esto, no quiero decir que sea una mala película, simplemente creo que les quedó demasiado grande. Espero que les guste más que a mí.

*Esto es de Joaquín Sabina en "La canción de las noches perdidas", pero no podía resistirme.

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