Admitamoslo, las biografías de artistas suelen ser una mierda (y es una pena, porque anda que no hay realidades que superen cualquier ficción...). Pero a una le gustan mucho, que para eso es lo suyo. A menudo suelen perder rigor histórico a chorretones, pero como dijo Apollinaire en 1917 (cultismo al canto, que me sirve para cualquier cosa) :
“Cuando el hombre quiso imitar la acción de andar, creó la rueda, que no se parece a una pierna. Del mismo modo ha creado, inconscientemente, el surrealismo… Después de todo, el escenario no se parece a la vida que representa más que una rueda a una pierna.”
Es decir, que al cine vamos íbamos a ver películas, y no a que nos cuentan la verdad. Este tipo de películas tiene casi siempre algo en común (quizás se me escapen las más "recientes" y aún pendientes de visionado Seraphine, afamada por la crítica y Visión, aunque la vida de Hildegarda de Bingen me interese bien poco más allá de su sonoro nombre): suelen adentrarse en el profundo mundo interior del protagonista (que para algo uno es artista), en sus problemas amorosos/sexuales (que para uno algo es artista) y con el alcohol y/o las drogas (recalco, ¡qué para algo uno es artista!), y en defintiva, se convierten odas random a la aceptación personal (vaya, para esto no hacía falta ser artista, aunque para lo otro, tampoco). Es estos posts hablaré de mis favoritas, y la primera es indudablemente, Frida.
Veamos un poco de ficha técnica, y un trailercito (que para variar no me gusta nada, pero en inglés es todavía más hilarante)
Con un aire entre telenovela y superproducción hollywoodiense (en mi opinión, más que buscado, y que lo convierte en una de las bazas definitivas de la película, porque el melodrama biográfico de Frida también osciló entre esos extremos), llegó incluso a los Oscars (y ganó 2, el de Mejor Banda Sonora creo que muy merecido). Creo que Frida es buena por las siguientes razones:
- Hace bella la fealdad, como se debe hacer en cine. Por muy fea que nos pongan a Salma Hayek, siempre será infinitamente más bella que Frida Kahlo (no es muy difícil); por random guy que pueda ser Alfred Molina, siempre será más bello que Diego Rivera (cosa que es también casi obligada): ¡si hasta Geoffrey Rush haciendo de Trostki está atractivo! Por no hablar de Ashley Judd o Mia Maestro, que son atractivas siempre, aunque no tengan gran parecido con quien representan.
- Se salta fechas y acontecimientos históricos a la torera, especialmente de la juventud de Frida, y sobre su accidente, verdaderos momentos clave. Pero proporciona unas escenas cinematográficas muy muy dignas.
- Tiene cameos inapropiados y absurdos, pero a su vez, tremendamente lógicos: reunir (bravo, Salma, que para eso produce) en un mismo film a la Hayek, Alfred Molina y Diego Luna es una especie de epítome del mexicanismo de bien, en el que solo falta Iñarritu y Gael García Bernal (recordemos que acompañan en la banda sonora y con breves cameos la viejísima Chavela Vargas, emotiva como ella sola “esa mujer no canta, llora” – me decía un amigo – y Lila Downs, que para mí es como una Frida cantando y de la que ya hablaremos en otra ocasión), de ese mexicanismo progre en el que Machete, Tarantino o Nadine Velázquez de Me llamo Earl no podrían incurrir jamás. Ese mexicanismo bonito, florido, mariposón (anda, recursos de la obra de Frida por todas partes) y contruido detalladamente, como la propia Frida (o más bien Rivera, y este es otro asunto) habría querido, con ricos vestidos de paletos para apoyar mejor a la patria. Además, sale Antonio Banderas, ya que no puede haber film latino sin él, en uno de sus cameos más desustanciados.
Pero el mejor y más absurdo cameo es sin duda el de Edward Norton como Rockefeller Jr., es decir, como paradigma de la americaneidad, del capitalismo y de la odiosa gringolandia. Y no podría haber elección mas acertada para el bajo público, de esos que consideran El Club de la Lucha la mejor peli de los 90 (y no diré que no lo sea, aunque no creo que lo sea) y a Norton un outsider post-romántico e incomprendido. Coincidencia maravillosa, ya que para mí también era la imagen de los white U.S.A. desde hace tiempo. Qué gran visión.
- Hay sexo. De adolescentes, de solteros, de casados, de infieles, de tullidos, en armarios, interracial, sexo erudito, sexo comunista, sexo por todas partes. Y la verdad, rebajan bastante el asunto (la alusión a Josephine Baker podría haber sido más explícita), porque debió haber mucho más. Pero así, se puede crear un melodrama de mujer maltratada que ¡solo quería ser libre! (y no digo que no lo fuera, lo creo firmemente, pero Rivera no era el único infiel).
- El continuo aire de superación, que hace que uno se sienta mejor consigo mismo durante toda la película (¡pero si una barra de metal le atravesó el cuerpo en dos, se pasó toda su vida con dolores, acabó perdiendo la pierna, su marido se la pegaba hasta con su hermana! Mi vida es genial), que paradójicamente acaba mal (aunque se omita milagrosamente, vemos desde la primera escena que a Frida no le queda mucho). ¿Y qué? Uno se siente bien: se sienten bien los enfermos, las mujeres maltratadas, las mujeres engañadas, la gente que tuvo un desengaño amoroso, una crisis económica…¡Y quién no la tuvo alguna vez!
- Y, lo que es más importante, y lo que más me gustó, es que tiene una plástica especialmente FIEL a la de la obra de Frida, y como muestra un botón, aunque hay muchos más (contiene un spoiler que no será tal si alguien sabe un poquito de historia).
La recomiendo muchísimo. Veanla, sinceramente. Yo lloré, bailé, y me sentí feliz y mejor persona. Y, eruditismos a parte, no es mal modo de iniciarse en la vida y la obra de la pintora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario