Esta historia va de cuando
Oskar Kokoschka,
enfant terrible y tardío de la Secesión vienesa, se enamora de
Alma Mahler, novia de Europa y viuda de Austria, y de cuando ella le deja y él encarga una muñeca a tamaño real de su amor, para poder sacarla a pasear y contemplarla en silencio.
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Los novios, en 1909. |
Debió ser esta de una de esas relaciones pasionales en las que uno solo sale de la cama para viajar (todo vienés de bien lo hacía, y Alma era pianista, viuda de Gustav Mahler, y había sido amante de un jovencísimo
Walter Gropius y de un bastante viejo
Gustav Klimt, así que definitivamente lo era) o en el caso de Oskar, para pintar.
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La Novia del viento (1913), obra maestra de Kokoschka y que muestra a los amantes en máxima pasión. |
El visceral y violento Kokoschka se enamora de Alma en 1912 y durante los años que dura su relación, la pinta repetidas veces. Todo muy pasional y violento, propuestas de matrimonio y abortos a parte (Oskar guardará durante toda su vida el trapo manchado de sangre que sostuvo a su único hijo, eso es
amor de padre), el tormento y el éxtasis les dura hasta hasta 1914, aunque él la quiso siempre.
Alma se harta del niño grande (provocador, masoquista, y terriblemente celoso) y lo chantajea para que se enrole en el ejército (casi nada). Al final le convence
Adolf Loos, y con el dinero que obtiene por
La Novia del Viento (1913), se compra un caballo para meterse a la caballería más snob del Imperio Astrohúngaro. Oskar es herido de gravedad en la dichosa guerra, pero Alma se niega a verlo moribundo:
¡no creo en sus heridas, no creo en ese hombre! - dijo ella. Mientras tanto, Alma retoma el contacto con Walter Gropius, se aman muchísimo, y al año siguiente se casan en Berlin.
¿Y qué sucede con Oskar? Que
se va a Dresde como catedrático no lo soporta, no soporta la soledad, y encarga a una fabricante de muñecas de Munich, Hermine Moos, una
muñeca a tamaño real de Alma, con todo lo que ella conlleva (caderas anchas, cavidades practicables...
todo esto lo sabemos porque conservamos las cartas, no porque yo sea una malpensada). Le cuesta año y pico recibirla, pierde un pastón, y la maravillosa piel de la muñeca resulta estar forrada de plumas. Enorme decepción.
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La realista muñeca, como Hermine Moos la trajo al mundo. |
La tiene en su salón, vestida con las mejores galas, incluso algún periodico cuenta como se presentó con ella en el palco de la Ópera una vez, cada uno en sus respectivos asientos (!!!!), pero ese objeto del demonio ni siquiera puede satisfacer sus deseos sexuales. Sin embargo, es el modelo ideal: Koskoscha la pinta una y otra vez, a modo de exorcismo personal, hasta que se harta de ella.
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Mujer de azul (1919), por Kokoschka. |
Y entonces, llega lo mejor del asunto. En 1919, en su casa de Dresde, Kokoschka da una gran fiesta, con mucho sexo, mucha música y mucho alcohol. En un ataque de ira, saca la muñeca al jardín, y la decapita con una botella de tinto. Al día siguiente la policía irrumpe en la casa, ante el aviso de los vecinos de que el pintor tenía a una mujer desnuda y decapitada, chorreando
sangre, en su jardín. Kokoschka había sido acusado de asesinato.
Pobrecito
Pigmalión. Lo realmente guay de la historia, es que vista con más profundidad, la historia incluye a todos los austriacos guays del momento (Freud psicoanalizó el matrimonio Mahler, Schomberg incluso le pintó el funeral al maestro...), con excepción quizás de Schiele (otro pobrecito enfermo).
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